Con su película Blue Velvet, David Lynch investiga la realidad de los suburbios en los Estados Unidos. Jeffrey Beaumont, un joven cuya vida cambia cuando encuentra una oreja en un potrero, es atraído por la oscura vida de unos criminales de la zona. En su persecución de la verdad, Beaumont descubre que en realidad su visión de mundo estaba cegada por una pantalla débil y delgada, que cae en los primeros momentos de la película cuando un familiar de él sufre un ataque cardiaco mientras riega las matas de un jardín. Ahora que su vida implica más que estarse con un par de viejitas en su casa, Beaumont invita al espectador a destapar las crueldades y los crímenes de su ciudad. Durante el filme, Lynch destroza el sueño americano que en realidad solo está presente en la superficie. Al principio de la película, con las escenas de los jardines minuciosamente cuidados y coloridos, las calles limpias y el camión de los bomberos que saludan con un perro, el público asimila la típica escena de Estados Unidos: todos son felices y buenos. Pero por medio de la utilización del zoom in y de una cámara voyerista, Lynch nos muestra la verdadera cara de la sociedad.
El primer zoom in que hace la cámara para ir más allá de lo que se ve a primera vista está al principio de la película, justo después de que el viejo que está regando las matas se cae al piso y al lado lo acompañan las figuras inocentes de un perro y un niño pequeño. Las imágenes del accidente, que aparecen por un tiempo prolongado en el encuadre, son seguidas de un rápido acercamiento hacia el pasto y la tierra que está debajo de éste. Entre la oscuridad de lo subterráneo, hay miles de escarabajos y otros insectos que, agrandados ante los ojos del espectador, reflejan la bestialidad y el crudo movimiento que se encuentra justo debajo de la superficie verde. Más adelante en la película, Lynch también decide hacer otro zoom in para mirar más de cerca y encontrar la suciedad. Cuando Beaumont encuentra una oreja en el piso de un potrero, la cámara viaja por el aire y luego por el pasto para mostrar que lo que el joven acaba de encontrar no es solo una oreja: se trata de una oreja grotescamente podrida. En ambas imágenes, el director sugiere que solo hay que mirar más de cerca. Si nuestros ojos fueran capaces de hacer acercamientos como los del lente de una cámara, nos daríamos cuenta de que este submundo existe aunque no sea visible, y es cercano a todo lo que sí podemos ver.
Otra manera en la que podríamos descubrir las impurezas que nos rodean día a día —una más realista— sería por medio del espionaje. Lynch también recurre a la cámara voyeur para poner en la pantalla el mundo que tanto nos asusta: el crimen, la mentira, la violación y el maltrato pasan por los ojos del personaje principal, Beaumont, y de allí a los del público cuando ningún otro personaje diegético sabe que lo están observando. Por ejemplo, en una de las escenas más fuertes de la película, cuando el personaje desequilibrado de Frank Booth tiene un desenfrenado encuentro sexual cercano a la violación con la cantante Dorothy Vallens, nuestro personaje principal está escondido dentro de un clóset. Entre las rendijas, él ve como Booth maltrata a Vallens y abusa sexualmente de ella. Sin embargo, si Beaumont no hubiera estado escondido, no habría podido presenciar esa escena tan perturbadora. Antes de la violación, el armario también le sirve a Beaumont para ver que Vallens está destrozada, pues la ve desvestirse tristemente, extrañando a su marido y a su hijo sin la esperanza de librarse del enfermizo control que Booth tiene sobre ella. Luego de conocer a Vallens y su situación desesperada, Beaumont intentará ayudarla, y su espionaje, junto con la cámara voyerista, lo ayudarán no solo a conocer a Booth y su locura, sino que también le permitirán revelar que la policía, las calles y toda la ciudad, es decir, todo su entorno, está lleno de pecado.
Blue Velvet se encarga de desmitificar la bondad de la sociedad, que finalmente no tiene la suavidad del terciopelo ni la grandeza del sueño americano; solo basta mirar más de cerca o desde un escondite para descubrir qué hay bajo la superficie. Pero Lynch no parece creer que solamente haya maldad detrás de un telón de apariencias; lo que está detrás es la humanidad compleja y diversa. Aunque al final de la película el telón vuelve a caer y nos aleja otra vez de la realidad, antes del desenlace aparece un pájaro con un insecto en la boca en la ventana de la casa de los Beaumont. Este pájaro sugiere que el bien ha llegado otra vez, ha vuelto a reinar.
Cristina Rueda (2do semestre 2010/2011)
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