Con su película
Blue Velvet, David Lynch investiga la realidad de los suburbios en los Estados Unidos. Jeffrey Beaumont, un joven cuya vida cambia cuando encuentra una oreja en un potrero, es atraído por la oscura vida de unos criminales de la zona. En su persecución de la verdad, Beaumont descubre que en realidad su visión de mundo estaba cegada por una pantalla débil y delgada, que cae en los primeros momentos de la película cuando un familiar de él sufre un ataque cardiaco mientras riega las matas de un jardín. Ahora que su vida implica más que estarse con un par de viejitas en su casa, Beaumont invita al espectador a destapar las crueldades y los crímenes de su ciudad. Durante el filme, Lynch destroza el sueño americano que en realidad solo está presente en la superficie. Al principio de la película, con las escenas de los jardines minuciosamente cuidados y coloridos, las calles limpias y el camión de los bomberos que saludan con un perro, el público asimila la típica escena de Estados Unidos: todos son felices y buenos. Pero por medio de la utilización del
zoom in y de una cámara voyerista, Lynch nos muestra la verdadera cara de la sociedad.